miércoles, 16 de septiembre de 2009

el volcan

Cae la tarde aquí con un manto de niebla, cenizas de un volcán que en su furia, desata tempestades de cáustico veneno.
Prisionero, el magma de la tierra, su corazón sediento, estalla sin control buscando el firmamento.
Y de la misma forma, mi corazón busco en el firmamento y halló el camino del encuentro.
Nada hay más sombrío que un corazón rabioso en pleno vuelo. Atravesando nubes, recorriendo mundos, buscando arriba, muy arriba el oxigeno que impulse sus anhelos.
Nada más venenoso que un corazón hecho cenizas, envenenando el pensamiento.
Nada más cruel que un volcán enamorado del aire y encerrado en un mundo de fría oscuridad, ahogando se en su propio fuego, en su ardiente pasión, prisionero en la celda, que ya es incapaz de contenerlo se resquebraja en mil fragmentos.
La tarde se marcha dejando paso a la noche más oscura y desolada, mientras, el corazón, el alma del volcán, sigue latiendo.

2 comentarios:

Fernando dijo...

Me alegra mucho que seas como un volcán, porque así siempre seguirá latiendo tu alma. Un beso.

Begoña S.R. dijo...

Un volcán en erupción es dificil de contener.
Besos