domingo, 6 de junio de 2010

El adios


El camino se extendía sin fin delante de mi, el viento helado, traía toda la tierra de las bardas y hacía que se te metiera por el cuerpo, produciendo picazón en la piel y los ojos.
Volví la vista hacia atrás, en la dirección donde se encontraba tu casa, la casa que alguna vez fue nuestra, los remolinos de tierra y hojarasca, revoloteaban enloquecidos en el camino de tierra, mientras mi corazón, en sincronía con ellos, se desbordaba en latidos dolorosos.
Ni poder decirte adiós, pensé, el cielo se oscurecía por momentos presagiando una tormenta de viento y agua, mientra yo arrastraba mi maleta alejándome de ti, mi corazón seguía haciéndose el remolón, para no olvidarte.
Volví la vista al frente, respire fuerte y comencé a caminar hacia el aeropuerto, antes de subir al avión pensé, " nunca más".

1 comentario:

Mar Cano Montil dijo...

Querida Nines:

Todas las despedidas son duras...pero merece la pena acometerlas...trás el crepúsculo se levantan las esperanzas del alba y de los nuevos comienzos con tesón y coraje.

Muchos besos de "mar muy adentro" que también acaba de despedir a alguien querido :(