De pronto lo supe, mi conciencia me pedía la verdad, solo eso, mi concienciencia solo añoraba que yo fuera de la estirpe de las mujeres viajeras. Damas, que rompiendo todo protocolo, todo lo que se espera de ellas, se lanzan a vivir los caminos y el mundo.
Quiero ser como Wortley Montagu ( 1689_1762), cumplidora tenaz y tenaz soñadora.
Y sé que casi soy como Ida Pfeiffer, (1797_1858): Capaz de haber cumplido toda una vida y a la mitad de ella, lanzarse por fín a caminar el mundo.
Romper cualquier regla, cualquier norma absurda, para vivir. para estar viva.
Viaje que el corazón y el cuerpo, te exigen, viaje del alma, al fin.
No importa ni la edad, ni la condición, solo importa la necesidad de sentirse viva, la necesidad de conocer..., de sentir.
Tantas mujeres que fueron las primeras en romper las normas y nos dejaron una hermosa meta a las que veníamos detras, mucho despues.
Terribles mujeres como Marysz Choysy (1868_1969), capaz de amputarse los senos y hacerse poner una protesis peneana con el objetivo de se la primera mujer en morar con los monjes del mote athos.
Mujeres de los pies a la cabeza y como dice una canción que yo conozco, mujeres de fuego, mujeres de hielo.
Sueño con ser, al menos, una mujer capaz de vivir tan libre, como pueda ser libre un ser humano.
Solo eso.